El Real Valladolid cae en los octavos de la Copa del Rey al empatar a uno con el Atlético de Madrid en Zorrilla

La actuación arbitral acabó por desesperar a la parroquia blanquivioleta, que vio como expulsaban a Mendilíbar y no señalaban dos posibles penaltys a favor de los locales


Y colorín colorado... el Valladolid se despidió del Trofeo del KO con un sabor agridulce al haber tenido a tiro de piedra los cuartos de final. El valor doble de los goles en campo contrario condenó a los pucelanos que no pudieron contrarrestar el golazo de Agüero en la segunda mitad del encuentro. Llorente dio óxigeno al ataque local y permitió soñar a los casi 23.000 aficionados que se dieron cita en el feudo albivioleta, pero la suerte esta vez se tiñó de rojo y blanco.

Se presentó el Atlético de Madrid en la capital del Pisuerga con miras a encarar la que su técnico ha calificado como «semana decisiva». Los colchoneros se jugaban en apenas cinco días el ser o no ser en dos de las tres competiciones que afrontan esta campaña.

El primer escollo era el siempre complicado Real Valladolid. Las informaciones que llegaban desde la capital de España hacían entrever que, una vez más, Javier Aguirre apostaría por los teóricos suplentes para afrontar el choque, pese a la trascendencia del mismo. Sin embargo, como buen estratega que juega al gato y al ratón con la Prensa, el vasco sorprendió al público vallisoletano con un once donde sólo Reyes variaba respecto a la competición liguera. El dúo dinámico Agüero-Forlán prometía una noche de emociones fuertes en el coliseo blanquivioleta.

Por su parte, Mendilíbar apostaba por el once copero. Ningún titular formaba de inicio, pese a que se había especulado con la posible incursión de Vivar Dorado acompañando a Borja.

El partido comenzó con el mismo guión con el que terminó el del Calderón hacía una semana. Ambos conjuntos temían por el resultado y ninguno quería cometer errores. El Atlético salió mejor, pero sus jugadas morían siempre en las inmediaciones del área, casi siempre fruto de la presión realizada por un espectacular Borja que reclamó, a base de coraje y buenas maneras, un sitio en el once cada semana. El gallego no se cansó de correr ni un minuto a lo largo de todo el encuentro y fue ese buque insignia que buscaban todos sus compañero cuando el balón les quemaba en los pies.


El Valladolid coge el timón

Tras los primeros quince minutos de partido, el Valladolid se entonó. Estoyanoff puso dos balones a la 'olla' a los que Ogbeche no pudo llegar. En esta primera mitad, la ocasión más clara llegó tras un jugadón de Jonathan Sesma que, tras driblar a tantos rivales como le salieron al paso, cede para Estoyanoff y éste pone el 'pase de la muerte' para que, de nuevo Ogbeche echara el balón por encima del arco atlético. El equipo local estaba enseñándole los dientes al colchonero.

Sin embargo, la falta de conjunción en la defensa pucelana a veces daba algún que otro susto y el mayor se produjo cuando Baraja y Bea no se pusieron de acuerdo a la hora de tirar el fuera de juego y Agüero a punto estuvo de 'enchufarla'. El juego carecía de un director de orquesta en uno y otro bando y las ocasiones eran más fruto del empuje que de un juego elaborado.

El público apretaba a los suyos y, quizá, espoleados por un estadio con casi 23.000 aficionados, los jugadores blanquivioletas cogieron la batuta del encuentro en los últimos diez minutos del primer acto. Ogbeche, Sesma y hasta Borja de falta (en más de una ocasión) intentaron poner en aprietos a Falcón, pero sus disparos no encontraron portería en ninguna de las ocasiones.

Por su parte, el Atlético la tuvo antes del descanso otra vez por medio de Agüero, que metió el miedo a los seguidores pucelanos tras una mala salida de Alberto.


Sentimientos encontrados

Pronto pasó el susto y es que el 'soniquete' del ‘A por ellos’, puesto al incio de la segunda mitad por la megafonía del estadio, hizo olvidar al respetable la ocasión del bicampeón del mundo sub-20 con Argentina y animó a los blanquivioletas a lanzarse al ataque. Fruto de este ánimo llegó la primera ocasión obra de Kome que puso el 'uy' en las gradas.

Sin embargo, cuando ya nadie se acordaba de la ocasión del Kun, apareció el 'indio' para batir a Alberto de tiro cruzado, tras marcharse de toda la defensa pucelana. 0-1 y el Valladolid tenía que meter dos goles para pasar de ronda.

El conjunto de Mendilíbar lo intentaba pero sólo Borja y Sesma ponían algo de sentido común a la hora de crear jugadas. Ogbeche y Kome estaban muy estáticos y no abrían huecos para que los extremos pudiesen desbordar. Ante esta situación, el mister local decidió mover el banquillo y dar entrada a Llorente por un desafortunado Kome que, pese a su mala actuación fue aplaudido a su marcha. De igual forma, el técnico vasco dio entrada a Vivar Dorado por un lesionado Camacho que se retiró renqueante del terreno de juego.

El Valladolid recuperó la mordiente en los metros finales con la irrupción del de Hondarribia y fue el propio '9 pucelano' el que tras una buena pared entre Estoyanoff y Ogbeche igualó la contienda con otro tiro cruzado. Los 23.000 de Zorrilla se volvieron locos. De nuevo el sueño era posible y no pararon de animar a su equipo hasta el final del encuentro.


Polémica arbitral

En ese momento se erigió la figura del colegiado. Iturralde González acabó por desesperar a la parroquia blanquivioleta, y es que a juicio de los pucelanos, el 'trencilla' vasco no pitó dos penaltys a favor del conjunto local. Además, Iturralde expulsó a Mendílibar por sus protestas hacia el arbitraje. Ésto acabó por desesperar a jugadores y público que estallaron cuando en el minuto 93, Llorente fue derribado por Pablo. El colegiado no decretó pena máxima y mostró cartulina amarilla al de Hondarribia por tirarse.

Al final, el Valladolid se quedó apeado en los octavos, pero con la impresión de que muy cerquita se quedaron los cuartos.